Hay gente que cree que realmente existen las almas gemelas. Otros piensan que eso es un invento cursi, una ilusión fantasiosa, que nos empuja a buscar lo imposible. Pero lo cierto es que no es una idea nueva, tiene siglos de antigüedad.
La búsqueda de las almas gemelas
En "El Banquete", de Platón, Aristófanes cuenta que en un principio el ser humano estaba dividido en tres géneros: uno femenino gobernado por la Tierra, otro masculino gobernado por el Sol y uno formado por ambos sexos, que estaba gobernado por la Luna.
Este tercer género, que tenía forma redonda, poseía cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros idénticos colocados en sentidos opuestos formando una sola cabeza y dos órganos sexuales. Dada su peculiaridad y fortaleza, estos seres se hicieron tremendamente arrogantes y poderosos.
Zeus, alertado, reunió al resto de los dioses en el Monte Parnaso para deliberar qué hacer ante semejante insolencia. Debían decidir cuidadosamente, pues no podían fulminar definitivamente este linaje ya que, de hacerlo, dejarían de recibir honores y sacrificios de parte de los hombres. Tras varias tribulaciones Zeus dio con una solución: partirían a estas criaturas en dos, a fin de hacerlos más débiles y, como así se multiplicaría en número, les serían mucho mas útiles.
Dicho esto, ordenó al dios Apolo a que seccionara a estas criaturas y les diera la vuelta a la cabeza para que pudieran contemplar eternamente su parte amputada. Apolo curó sus heridas, dio forma a su tronco y moldeó su barriga, juntando la piel que sobraba en el centro (el ombligo), para que ellos recordasen lo que alguna vez habían sido. Toda una lección de humildad.
Una vez separados, estos seres empezaron a añorar su antigua naturaleza. Se buscaban mutuamente y cuando se encontraban, se abrazaban fuertemente y se dejaban estar así. Si no lograban dicha unión, morían de hambre y de desesperación. Y si solo una de las partes moría, la otra quedaba a la deriva, buscando, buscando...
Pero Zeus tuvo pena de las criaturas. Así que decidió darle vuelta a sus partes reproductoras para que pudiesen reproducirse un hombre con una mujer. En un abrazo. Así la raza no moriría y ellos, los dioses, podrían descansar.
Con el tiempo, las criaturas se olvidaron de lo ocurrido y sólo tuvieron conciencia de un profundo deseo. Un deseo que jamás estaría enteramente saciado, porque aún derritiéndose en el otro por un instante, el alma sabría, aunque no pudiera explicar por qué, que su ansia jamás sería completamente satisfecha.
¿Has conocido a tu alma gemela?
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